Diario de Viaje: La Sagrada Familia

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Día 6. Febrero 2020

Volver a la Sagrada Familia

Llegó el Día. Otra vez madrugar, pero ésta vez da gusto. Me preparo un mate cocido en el termo así desayuno de camino a la Sagrada Familia. 3ra vez en Barcelona y 2da vez que voy a entrar. No será mucho? No, vale la pena pagar la entrada o en mi caso despertarme bien temprano para ir a la misa internacional que se celebra todos los domingos.


7.50 am llego y veo en la fila a 15, 20 personas. Buenísimo! Voy a poder entrar. Unas nenas con acento mexicano discuten sus diferentes teorías sobre lo que ven en la fachada de la Sagrada Familia, en particular, en la Natividad. Me causan gracia y ternura, pero me gana la ansiedad.
Luego de pasar por el control y los rayos X, muy amablemente nos indican por donde tenemos que entrar. Comienzo a ver los ventanales y sus colores proyectados en el suelo.

Ese sentimiento otra vez, esa emoción que no se puede describir, pero que sólo acá me pasa. Levanto la cabeza y sonrío a más no poder. No tengo manera de expresar lo que veo, no hay forma. Me quedo quieta por unos segundos hasta que un señor de seguridad me despabila y me indica donde sentarme.

Adelante mío hay solamente 6 filas que se reservan para algunas familias. No se puede sacar fotos hasta terminar la misa, entonces con mi cámara en la mochila, trato de contemplar cada columna, cada esquina, cada rayo de sol que traspasa los vidrios pintados del lado este, correspondiendo a la fachada del nacimiento de Jesús. Este Arquitecto pensó en todo.

Faltan unos minutos para que comience la misa y los aprovecho para googlear y refrescar los simbolismos que se muestran dentro de la basílica.
Detrás mío están todos los bancos ocupados por centenares de “fieles” como yo. No pongo en duda sus creencias, pero sé que tienen la cámara lista para usar cuando den el permiso.
Comienza la misa en varios idiomas, pienso en mis seres queridos y agradezco por estar acá, de nuevo en la Sagrada Familia.

Llega el momento en donde la multitud saca sus  celulares y yo hago lo mismo con mi cámara. Quiero que la cámara exprima toda la belleza de este lugar, pero sé que no se compara con verlo en vivo y directo. De a poco el personal de seguridad nos indica que hay que retirarnos, varios hacemos oídos sordos y seguimos un poco más. Es el momento de salir por la fachada de la Pasión, y ahí hago el clic, caigo en lo que acabo de disfrutar una vez más. Valió la pena los cambios de itinerario, las cancelaciones y el corona virus.
Siempre vale la pena volver. 

Si querés saber más sobre la Basílica, visita la pagina oficial. También puedes realizar un tour virtual aquí o contratar un tour privado.

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